En el Evangelio, Jesús expulsa un espíritu inmundo. Este espíritu se llama Legión porque son muchos. También al hombre de hoy hay ?legiones? de espíritus inmundos: desánimo, tristezas, rencores, desesperanza? ¡Y lo hace con sólo una orden!: ?Espíritu inmundo, sal de este hombre?. La última palabra no la tiene el mal. ?Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor?. Hemos rezado en el Salmo responsorial. En momentos de particular dificultad hemos de dejar que resuenen en nuestro corazón estas palabras ¡Sed valientes! No temáis, que ?yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo? (Mt 28, 20). Hemos de pedir con insistencia y serenidad que también expulse de nuestra alma, el espíritu de temor y desesperanza que nos atenaza y en ocasiones ?nos gana? y nos arrebata la paz y la alegría. La valentía de corazón, la fortaleza, son fruto de esperar en el Señor. El camino es ir a Cristo. Hemos de adentrarnos en este misterio de gracia, de crecer en la intimidad con el Señor en la oración. Sólo así ?cuanto más enraizados estamos en Cristo, cuanto más cercanos estamos a Jesús, más encontramos la serenidad interior? (Papa Francisco, Homilía del III Domingo de Adviento de 2017) y saldremos vencedores de las insidias del enemigo.
Este Año Jubilar en que el Papa Francisco nos recuerda que somos ?Peregrinos de Esperanza?, hemos de abrirnos a la esperanza en la acción de Dios que nos libera de espíritus que nos quieren arrebatar la paz y la alegría. ?Este entretejido de esperanza y paciencia muestra claramente cómo la vida cristiana es un camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús? (Papa Francisco, Bula de Convocación del Jubileo, ?Spes non confundit?, 5). El fundamento de la alegría está en la esperanza y una esperanza que no defrauda, que nos recuerda que hemos sido creados para la gloria, una esperanza fiable, que nos permite afrontar nuestro presente, aunque sea un presente difícil. ?Sólo la gran esperanza-certeza de que, a pesar de todas las frustraciones, mi vida personal y la historia en su conjunto están custodiadas por el poder indestructible del Amor y que, gracias al cual, tienen para él sentido e importancia, sólo una esperanza así puede en ese caso dar todavía ánimo para actuar y continuar? (Benedicto XVI, Enc. ?Spe salvi?, 36).
Aprovechemos bien este año de gracia y dejemos que Cristo triunfe en cada uno sobre esa ?legión? que tantas veces nos ?atormenta?. Que María ?spes nostra? nos ayude vivir del triunfo de su Hijo.